jueves, 19 de noviembre de 2009

Un paseo...

Una tarde más paseo por las, ahora, frías calles de mi ciudad, buscando respuestas a preguntas que aún no me he formulado.
¿O, tal vez, me estoy buscando a mi mismo?
No lo sé, simplemente deseo que mis pies me lleven hacia otros lugares, deseo que mi piel se bañe con el frío viento invernal.
Voy paseando entre las calles, desiertas.
Solo de vez en cuando veo a personas que se mueven con prisa serias inmersas en sus pensamientos, sin ver el mundo que les rodea.
¿Lo que ocurre es que ya no son capaces de observar la realidad del mundo? ¿O, será, que ya se han olvidado de esa realidad sumergiéndose en la suya propia?
La verdad, no me importa, yo he sido como ellos. Yo también he estado en un mundo que no se movía.
De vez en cuando veo a un grupo de amigos que ríen y hablan mientras pasean y buscan un lugar recogido del frío donde seguir con su charla.
Es curioso como la felicidad se muestra cuando estas entre las personas que amas y como se evapora cuando estas solo.
¿A ti nunca te ha ocurrido eso?
He llegado a un solitario parque que espera a que llegue el buen tiempo, que espera ansioso la llegada de las risas de los niños y niñas del mundo.
Hoy se tendrá que confirmar con mi presencia.
Me balanceo en un columpio.
Cuando era niño ese balanceo hacia que mi corazón se moviera a toda velocidad, hacía que se escapara de mi estomago una carcajada de euforia, que dolía si intentabas retenerla.
Ahora pocas son las cosas que pueden alterar este corazón.
Paro de balancearme y, sentado en el columpio, miro hacia el cielo.
El cielo cubierto de noves grises que entorpecían la entrada de rayos.
Hay gente que piensa que en esos momentos el cielo esta “feo” pero no es así, es simplemente que no son capaces de captar su belleza, una belleza gris que embelesa a las mentes más pesimistas y a las almas que se les ha despojado de la capacidad de sentir la luz.
El cielo nos parece hermoso ya que nos sentimos identificados con él, cada cual de una forma distinta.
Unos sienten que su alma, en ese momento, triste se identifica completamente.
Mis pensamientos son interrumpidos por una gota helada de lluvia que empapa mi frente.
¿A caso el cielo está triste y llora?
Lo más probables es que no, llora inconscientemente, llora sin des ahogar ningún sentimiento, sus lagrimas solo caen porque en algún momento deben hacerlo.
La lluvia empieza a caer con más fuerza y cierro los ojos para dejar que el agua fría me despeje.
De repente noto como algo caliente fluye de mis ojos, lágrimas.
¿Soy tan parecido a la nube sin sentimientos, que al igual que ella, mis lágrimas brotan solas porque sienten que en algún momento deben caer?
Una sonrisa se me escapa.
Claro que si, a quien tratas engañar, fue lo que tu elegiste.
Al final he conseguido encontrarme para responderme a una pregunta.
Y allí me quedaría un par de horas más con una sonrisa en el rostro mirando al cielo con los ojos cerrados y dejando que la lluvia me bañe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario