domingo, 14 de febrero de 2010

Una Tarde




Sus miradas se cruzaron.
Ella le había dicho que le quería en una carta.
Él deseaba escucharlo de sus labios.
Los hermosos ojos de ella le cautivan y susurran lo que su voz no se atreve a decir “Te quiero”
Al final con un hilo de voz le dice a su amado sus sentimientos
“Te quiero, siempre lo he hecho”
Él sonríe y le narra al oído todo lo que siente… y cuando termina besa su mejilla.
A su vez ella besa la mejilla de él.
En ese momento los labios de ambos se mueven, suavemente, atraídos como imanes.
Se buscan deseosos, con cierto temor, hasta que al final se funden.
En ese momento todos los pensamientos, sentimientos y deseos que habían sido enterrados en lo más profundo de ambos, deciden que nunca más serán ignorados.
Tras el ansiado beso, vuelven a mirarse mutuamente.
Ella tiembla, ¿tiembla de frío o tiembla por miedo a perderle del todo?
Él suspira, ¿suspira porque sabe que es un adiós o porque creo que es un error?
Ella temblaba porque se había dado cuenta que le necesitaba.
Él suspiraba porque no podía seguir ignorando más sus sentimientos, y eso le aliviaba.
Dos palabras salieron de sus bocas simultáneamente “Te amo”.
Sus miradas se cruzaron… y una vez más se besaron.